lunes, 30 de mayo de 2011

Al polo

Desde el balcón de la pieza de mi madre miro al polo,
esa pendiente inclinada de ataviado verdor,
le digo polo porque terreno de polo fue,
le llamamos así porque los nombres no cambian con los años.

"El polo" lo amo más cada vez que me acuerdo de él, amo su limonero que Don Martín ( El tendero de al lado de mi casa que murió hace unos años ) cuidaba con recelo, adoro sus eucaliptos, esos edificios que son los únicos que me alegra ver porque ahí viven pájaros y el sol se desliza por en medio de las ramas en el atardecer sobre las alas de los pájaros que baten sus alas para que las sombras de las luces del ocaso parpadeen en alguna sombra del barrio San Marcos.

El barrio antes de ser barrio fue naturaleza vecina del polo, pero llegó el barrio y se deshizo de esa naturaleza, armo sus casa, sus calles, sus cables y sus tuberías. El polo nos odia y temería que un día en venganza uno de sus árboles caiga sobre una de las casa del barrio para cobrar la vida de la naturaleza que el barrio destruyó, temería que esto pasara pero en realidad eso nunca va a pasar porque los árboles no se vengan como los humanos, son demasiado hermosos para guardar odio bajo sus cortezas y tener semejante voluntad de rencor.

Cuando me asomo al balcón de mi madre y veo a los arboles ( únicamente lo hago para ver los árboles ) que son la única vista que me interesa porque la ciudad me da miedo.

Creo que los árboles ya no quieren crecer, pero ellos crecen porque están llenos de vida y cuando crecen ven a una ciudad que se consume a sus viejos amigos, ven ahora árboles de ladrillo que siembran los hombres, se sienten rodeados.

Yo también me siento rodeado, temo que se acabe el polo, que desde el balcón de mi madre se siga viendo al horizonte el municipio de Itagüí , ese horizonte gris de industria y esterilidad.

Quizás yo algún día también fui un árbol o depronto no porque mi alma es muy profana para merecerlo.

Entre el cableado de muchas casas del barrio que pasa frente al balcón de mi madre desde donde miro al Polo veo a los amados Eucaliptos , pero odio cada  uno de esos cables atravesados porque me roba una parte del Polo , pero veo televisión, por eso soy un conchudo, veo a Suso, la Rosa de Guadalupe y Vivan los niños; no merezco quejarme d elos cables pero lo hago, odio los cables porque podrían ser más bajitos o subterráneos y más altos no porque no les podría perdonar que me taparan las nubes ni un centímetro cuadrado del cielo .

Amo la hierba, los palos de mango, los guayabos, los mandarinos, las palmas, los árboles de murciélagos que botan bolitas redondas amarillas y rojas que no se pueden comer pero que yo creo que los murciélagos sís e las comen; los cactus, los árboles que no me dan sus nombres, las flores amarillas que conversan con las escalas y miran a los que por ellas suben y por ellas bajan.

El Polo y los hombre podemos amarnos.

El Polo me vio crecer, me verá morir de a poco hasta que un día ya no esté  y él se acordará de mí como ese hombre que estuvo enamorado de él, que lo miraba enamorado desde el balcón de su madre.

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